jueves, 9 de abril de 2009

Death Note: New Beggining -Cap 1-

Capitulo 1: Life

Tres años ya han pasado de ese día…La muerte de Yagami Light, el criminal conocido como Kira. Nueve años desde la muerte del detective L. Cuatro meses han pasado desde el fin de las muertes de los ancianos, por parte de una persona propietaria de una nueva Death Note.

La vida de todos seguía lo más normal posible, pero igualmente los recuerdos de Kira perduraban en las mentes de las personas. Los crímenes volvieron a aparecer, por lo que la policía japonesa y las demás del mundo, volvieron a sus deberes diarios. Parecía que todo había acabado, solo era un oscuro y pasado recuerdo, nada mas que ello.


15 de mayo. Japón.

¿Todo esto ha acabado? Cuatro palabras que sigo sin entender... ¿El juego ha terminado? ¿La última pieza del pluzzle ha sido colocada en su lugar? ¿Todo volverá a ser como antes?


Un joven de blancos cabellos se encontraba sentado en el frio suelo, sin despegar su mirada de las pantallas que se encontraban enfrente de él. En cada una de ellas transmitían diferentes noticias de crímenes, robos, asaltos, pero nada sobrenatural que llamara su atención. Ya había terminado su último caso ese mismo día, se trataba sobre una organización que traficaba armas, no fue muy difícil de resolver, los criminales ya se encontraban tras las rejas.

Suspiró en silencio, mientras continuaba armando un gran mural formado por pequeños dados. Prosiguió con esto, hasta que fue encerrado por una barrera. Sus colegas los miraban confundidos, no entendía lo que le ocurría. A pesar que todo parecía normal, ellos sabían que algo pasaba por la cabeza del albino, tal vez sería que ningún caso importante se presentó en esos últimos tiempos.

-¿Ocurre algo Near?-dijo un hombre serio de cabello oscuro mientras se acercaba al nuevo L.

-No, no ocurre nada. Solo estaba pensando en los casos que nos han tocado resolver…Eso es todo.-contesta sin levantar su mirada de los dados que aún se encontraban revueltos en el suelo. Los demás que se encontraron en la sala no hicieron más que callar y continuar con sus deberes.

Lo que no sabían, era que por la mente de Near solo pasaba antiguos recuerdos de su infancia, que por una extraña razón luego de años habían vuelto a aparecer…

[[[---Flash Back On---]]]

Era un día gris, el sol no se asomaba por ningún rincón del cielo. Un gran lugar se ve a lo lejos, era un orfanato, no como cualquier otro. Uno llamado “The Wammy’s House”, que su función era encontrar un niño capaz de ocupar el lugar del gran detective L.

La mayor parte de los huérfanos se encontraban jugando en el exterior a pesar del clima, mientras que algunos pocos se encontraban aún en el interior del edificio.

Uno de esos niños se encontraba sólo en una habitación, con un pluzzle ante él. Únicamente tenia cabeza para el tablero y las fichas, estaba acostumbrado a no tener compañía, aunque algunos de los pequeños insistían que saliera a jugar al exterior, el mantenía su posición.
Un grupo de chicos empezó a correr por el pasillo que pasaba por la habitación en que el menor se encontraba, pasaban jugando felices, mientras se perdían entre la multitud.

Una pieza del pluzzle se encontraba en la puerta del cuarto muy lejos del joven que estaba en el, que sin saberlo siguió en su intento de volverlo a armar. Near pensaba que en ese momento era el único huérfano que se encontraba en el interior del lugar, que el resto se encontraban en el jardín jugando, pero eso no era del todo correcto.

Unos lijeros pasos empezaron a llegar del pasillo, eran cortos y continuos. Cada vez se sintieron más cerca. Hasta que la figura de una persona empezó a aparecer caminando lentamente en el vacio corredor.

Nate seguía armando el pluzzle, sin prestarle ninguna atención a su alrededor. Ya apunto de terminar, dirigió su mano al suelo mientras empezaba buscar la última ficha que no aparecía. Sin sacar su mirada del piso llega a sentir que algo le rosa su mano. Mira a un lado, allí se encontraba la pieza que faltaba. La sostuvo y la puso en su sitio. Dirigió su mirada hacia la puerta, pero no consigue ver a nadie.


[[[--Flash Back Off--]]]

El muchacho fijo su mirada al mural de dados que tenia enfrente de él. Mientras que en un descuido empieza a demolerse lentamente en cadena uno detrás del otro, terminando así todos los dados esparcidos por el suelo.

Eso… ¿Qué había sido? Él no recordaba haber pasado algo así en el orfanato. Sin más remedio, planteo la opción de no prestarle atención a lo que había pasado por sus pensamientos. El joven volvió a ponerlos nuevamente en orden y continúo con su tarea.

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La fuerte tormenta que años atrás se había producido por fin había cesado. Los criminales igualmente seguían atentos, tal vez Kira tan solo se estaba tomando un descanso, no había que bajar la guardia. Pero algunos ya sabían que no era muy probable, se ausento 3 años ¿Cómo podría aparecer nuevamente? Por esas mismas razones los crímenes se volvieron a producir, subiendo al mismo nivel, o peor, que antes de la aparición de Kira.
Pero igualmente, aunque la tormenta se despeje, siempre puede llegar una pequeña nube, pero sin importar lo inofensiva que parezca, al juntarse con otras puede provocar una de mayor magnitud y que produzca peores estragos.

Ese día el sol irradiaba una magnifica y radiante luz que llegaba a cada rincón del país del sol naciente. A esas horas de la tarde era muy común ver a una gran muchedumbre yendo y viniendo por las amplias calles de la ciudad. La mayoría tenía una vida activa que no les permitía descansar ningún instante.

Pero entre las personas, una destacaba del resto, un muchacho saliendo de la Universidad en la que diariamente concurría.

Era joven, no sobrepasaba los 21 años de edad, tenia la tez blanca que no llegaba a ser completamente pálida, su cabello era un castaño muy oscuro que a la distancia se asemejaba a un color azabache, sus ojos grises eran fríos, inexpresivos, que le daba un aire calculador y misterioso. Era uno de los muchachos más inteligentes de la Universidad, pero aunque no lo admitiese, sabía que era el mejor y no había la menor duda.

Adentra sus manos al interior de los bolsillos de su gris saco, ese día para él fue muy agobiante. La vida cotidiana era lo que más lo cansaba, siempre todos los días la misma rutina que parecía escrita en piedra eternamente. Pero debería acostumbrarse, así estaría hasta que lograra graduarse y tener un trabajo digno para cubrir sus distintas metas.

El vivía hace un par de años en un departamento de tres ambientes no muy lejos de allí. El había nacido en Inglaterra, vivió un tiempo en Japón por lo cual aprender el idioma de ese lugar no le fue tan difícil, al pasar los años junto con sus padres volvió nuevamente a su pueblo natal, pero cuando cumplió la mayoría de edad decidió por él mismo volver a Japón para continuar sus estudios allí.

El castaño no extrañaba nada del país que había nacido, ya se había acostumbrado a estar solo, el país oriental ya se había convertido en su hogar, no tenia porque preocuparse.

Luego de continuar la marcha por unos minutos, se detuvo enfrente de un amplio edificio. Rebuscó entre sus pertenencias sacando un monedero, que contenía tres llaves. Agarró la más pequeña de estas, la acercó a la cerradura, la giró y a los pocos segundos ya se encontraba en el ascensor del edificio.

En total eran dieciocho pisos, el vivía en el último. De repente el ascensor se detuvo marcando en un cartel el número “18” formado por brillantes luces rojas, la puerta del ascensor se abrió permitiéndole al muchacho salir de el. Camino por un largo pasillo, hasta llegar a la última puerta que daba por finalizado el recorrido. De nuevo sostuvo el llavero y con una de las dos restantes llaves, consiguió entrar al interior de su departamento.

Ya en su hogar se sentía más tranquilo, aflojo el nudo de su corbata y mientras colgaba su saco en el respaldo de un asiento, se dirigió a la cocina a beber algo. Buscó entre los estantes del lugar. A comparación a las demás habitaciones esta no era muy extensa, pero era suficiente para una persona. Saco una pequeña tasa y empezó a prepararse un delicioso café. Era el mejor remedio para mantenerse en calma y relajarse por unos instantes de la larga rutina.

El sol ya había caído y en el cielo oscuro ya empezaban a aparecer las primeras estrellas. Esa noche la luna llena resaltaba del todo el entorno. Ni siquiera las resplandecientes luces de la ciudad opacaban la belleza del satélite natural.

Todo ese tiempo había estaba viendo la televisión, nada entretenido, a cada minuto que veía algo se aburría y en un instante cambiaba de canal.
¿Cuanto tiempo estuvo así? Una o tres horas…Ya no lo acordaba a la perfección. Bostezó aburrido y se acercó al balcón de su departamento, desde allí tenia una vista amplia de la ciudad. Ese entorno humano, lleno de personas, grandes edificios, tecnología… Con cada cosa que veías te podrías dar cuenta que se encontraban en el siglo XXI. Un mundo que cada vez iba más a pique, lleno de crimines e injusticas…

-Este planeta si que esta podrido.-pronuncio con voz seca y cortante. Él muy bien sabia que todo lo que pensaba era cierto, la Tierra iba de mal en peor.

Dirige su mirada a la Luna para intentar salir de la atmósfera de ese odioso mundo. Pero luego de unos minutos consigue ver una sombra que interfería en su visión. Se pasó sus manos por el rostro rápidamente y volvió su vista al cielo, no vio nada. Al instante sintió un pequeño ruido, algo parecía haber caído a un lado de él. Se giro, inclinó su cabeza y consiguió ver un cuaderno.

Lo sostiene entre sus manos, era tan oscuro como el firmamento en esa noche. No tenia nada escrito en su portada, pero en su mente pasaba una sola cosa…

-Death Note.-Se dijo a sí mismo, mientras que una gran sonrisa gratificante se dibujo en su amplio rostro.

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