domingo, 11 de diciembre de 2016

Lazos |Cap 5|

Los días pasaban y el pequeño juego que estaba creando comenzaba a parecerle eterno, ¿hace cuanto ya estaba allí de nuevo? ¿Dos semanas? Le sorprendía que el rubio o el otro muchacho siquiera la recordarán, ¿acaso eran tan jóvenes? Aunque, en realidad, era lo que buscó desde un inicio. Se había ido por algo, ese mismo que no podía pronunciar sin que su alrededor la tacharan de loca, ¿o no lo hacían ya? De todos modos en ese orfanato todos eran particulares y no solamente por sus intelectos, sin obviar por su puesto la personalidad de cada uno.
En esos tiempos la presencia de los principales sucesores de "L" seguía allí y estuvo cerca de los mismos, quizá un poco más cerca de uno que del otro. ¿De cuál se trataba? Del chico principal, ese que poseía un claro nombre clave y su letra era nada más y nada menos que una "A". Tan justa a su rango, tan justo a su papel, aunque escuchaba susurros que podía ser un mero experimento él junto a "B" para ver hasta cuál punto llegaban y si todo no se desmoronaba, ¡estaban tan en lo cierto y no lo sabían aún! Aunque con verlos y tener la oportunidad de comunicarse con ellos, acto muy único ante la poca sociabilidad que tenían y que por suerte en su caso tenía un grada más elevado, consiguió sacar información y hasta charlas.
Alex (A) era retraído, pero el hecho de que ambos leyeran mucho pudo unirlos de cierta manera, aunque nunca de una forma muy particular, no por lo menos hasta que notó las inseguridades de quién la acompañaba esa tarde en la biblioteca... bueno, "acompañar", solamente estaba a unos pasos de ella leyendo.

–Entonces... ¿tanto miedo te da?

A veces era muy directa, demasiado, pero sólo cuando estaba segura de algo. ¿Y obtuvo una respuesta? No, simplemente el muchacho detuvo su lectura y la continuó unos segundos después, dejando de lado la pregunta y de esa forma no responder, aunque ahora ella estaba dudando si debió emplear otras palabras: ¿Acaso sientes que es demasiado peso para ti?
Ella entendía, mas de lo que él podía siquiera darse cuenta.
A pesar de lo poco que los demás sabían y de sus acciones, esas que medía para que la imagen que deseaba se diera, era casi tan inteligente como los mayores, como esos que estaban por encima de ella y los otros niños que en unos años más competirían por ser el verdadero sucesor.
Detrás de A y B estaba ella, oculta, sin que nadie la tachara como la mejor chica del orfanato ni nada semejante, esquivando ese posible resultado favorable y guardando el rechazo, a la par del fanatismo o respeto que tuviera por L.
Siempre estuvo tambalendo en la cuerda floja y en realidad prefería bajar, quedarse en el margen y cuando se fue por primera vez pensó que sería la última, pero sin siquiera tomar en cuenta su voluntad estaba allí. Ya no le creían al fingir y todo era más que claro ante los ojos de los adultos, había un cristal que tenía que ser formado en su ser, en su mente, todo su intelecto. ¿Y qué era lo que ella quería? Que la dejaran en paz, que permitiera que volviera con sus tutores y continuar con esa nueva vida que estaba formando, lejos de todo ese mundo, lejos del magnifico detective y todo ese tumulto de niños que luchaban por su lugar.
Y recordó algo, un hecho que le robó una simple sonrisa, esa que nadie vio ya que estaba sola por los pasillos. Se trataba de una escena, una de las tantas en las que observaba a Matt y el mismo se quejaba por dichas cosas, era otro más que no le interesaba demasiado obtener un titulo tan alto, tan majestuoso, de igual modo igual seguía detrás de todo lo que hacía su mejor amigo y estaba enlazado con lo mismo.
Además... ¿por qué no la recordaban? En realidad, se dio cuenta que no trataba en realidad de recordar o no, sino que nunca les dio nada para que la olvidaran y menos actualmente demasiadas pistas que indicaran de forma directa que era ella.
En los días que compartieron juntos era un ente semejante a los que la seguían en la linea de sucesores, un poco más habladora y llavera, pero más de lo mismo. ¿Cómo le llegarían así? Igual lo hicieron y por eso de cierta forma jugaba con ellos, porque sí, hasta para ella todo era un juego y ya recibiría las quejas cuando se revelara la verdad.
¿Y por qué con Near no siguió todo eso? Puede ser porque se siente más identificada con él y sabía que, a pesar de ser el menor, podría entender todo con mayor facilidad. Eran similares y a la vez muy distintos, lo que casi le pasa con Mello, mas los tres eran de mundos diferentes y se entienden entre diversos tonos.
Ir junto a Nate la tranquilizaba y sí, en gran parte era por la naturaleza fría y silenciosa del niño, era a veces como estar sola y no le molestaba, en lo más mínimo. Conseguía dibujar y escribir en calma, aunque todo se tratara de cosas simples y luego prefería hablarle, ¿el otro le respondía? Algunos lo verían como sorprendente, pero sí y con suficiente coherencia. El peliblanco no era un pequeño robot o por lo menos no tan así, aunque en parte de conseguir esa "conexión" se la debía a su propia insistencia. Era de los pocos huérfanos de allí que llamaba su atención y no dudó en acercarse, terminando por estar ahora enfrente de él, observando cómo armaba su rompecabezas blanco por incontable vez.

–¿Qué intentas de conseguir al no decirles nada concreto o simplemente aparecer ante ellos? –por fin luego de un largo lapso escuchó su voz y sintió su mirar, alzando a la vez su propia mirada, negando al final.

¿Y si le decía que ahora siquiera le veía caso?

–Ahora mismo, no lo sé –le siguió mirando, al parecer no estaba satisfecho con esa respuesta, algo que en realidad no demostró con facilidad–. Ya... ahora no tiene sentido, les di muchos días y no parecen tener siquiera una idea clara. Creo que es momento de mostrarles la verdad.

–Si es lo que tú crees...

Ese fue uno de esos murmullos con un claro "haz lo que quieras" lleno de cierto sarcasmo, todo con la particular marca de Near y no lo tomó para mal, en realidad hasta gracia le daba, guardando para sí misma cualquiera de esas frases raras que hace poco escapaban con total facilidad.

Aprovechó ese momento y viendo que ya no tenía nada más que decirle, además ya había estado demasiado tiempo ocupando su compañía, se levantó del suelo y se dirigió hacía la puerta, aunque sería interrumpida a los pocos minutos.

–N...

¿Por qué siempre tenía que utilizar ese apodo? Entre ellos era utilizado y antiguamente por los mayores, hasta que dejó en claro que jamás lo ocuparía o tomaría un papel en todo lo que conformaba ese lugar, sin embargo el más joven insistía en llamarla así, ¿para molestarla? A veces no comprendía a tal mente.

–Ney –corrigió con aquel nombre falso que le correspondía y en realidad no sirvió para mucho, aquello hacía sido esquivado con sencillez.

–Suerte.

¿Acaso creían en algo semejante? Prefirió tomarlo y no pensarlo más, sino terminaría por regañar al otro y volvió a perderse por los pasillos, aunque ahora se dirigía hacía el que correspondía a las habitaciones.
Acercó su diestra a su larga cabellera violeta, la misma que obtuvo dicho color a petición propia en los años que se fue (no le importó mucho la edad) y lo único que continuaba teniendo eran sus prendas desgastadas, escaseando las mismas de algún color demasiado llamativa. Luego sus ojos cafés y aquella piel tan pálida no se la quitaba nadie, ¿acaso debía parecerse en ese aspecto a L? De nuevo esa extraña sensación, pero ahora tenía que centrarse.
Cuando por fin encontró la puerta que buscaba se detuvo enfrente de ella, esperando un poco mientras meditaba, ¿qué? El hecho que quizá podría estar vacía y cuales eran las actividades a esa hora, algo que no pudo corroborar ya que su inteligencia no le podía decir la hora mágicamente.

–Da igual –dijo para ella y alzando con cierta pereza su mano diestra hizo un puño, comenzando luego a dar un par de golpes en la madera, quedando ahora la señal que vendría luego de la espera. Si no pasaba se iría por donde vino y ya.

¡Pero eso no ocurrió! ¿Para su favor o no? No sabía cómo responder aquello y con al facilidad en que pudo tocar divisó una figura, aunque en un inicio un chico con cabello pelirrojo y un par de ojos verdes resguardados en unos lentes la vio, reflejando cierta sorpresa, ¿pero qué significaba eso en realidad?

–¿... Qué?

–Tú eres Matt, ¿no? –el contrario parpadeó muchas veces, absorto en sus pensamiento y por el hecho de que le hablara como si le conociera de toda la vida.

–¿Te conozco? –intentó de no juzgarlo demasiado, a pesar de la comparación de antes estaba cambiada y quizá en verdad la memoria del menor no fuera muy dichosa que digamos.

–En verdad, tu cerebro funciona más jugando videojuegos.

–Hey! ¿Qué estás diciendo? –lo sobrestalado que sonó y por el grito del inicio llamó la atención del rubio que estaba tirado en una de las camas, consiguiendo que por fin se asomara.

–Joder, Matt, deja de gritar tanto... –dijo, pero cualquier otra palabra fue consumida al momento en que miro a la muchacha que estaba en la puerta, quedándose atrapado por su rostro, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué esos ojos le resultaban tan conocidos? En ese instante recordó la descripción de Linda y algo en su interior le dio cierto temblor, ese que llegó hasta su pecho, causando que casi no pudiera volver a hablar.

–¡Es que viene sin más a decir idi...! –exclamó a lo alto y cuando miró a Mello la confusión le ganó a la ira, ¿por qué rayos la estaba mirando así? ¿Era un fantasma o qué?–. Reacciona Mello, ¡joder! –lo tomó del hombro y lo zarandeó, obteniendo de la persona restante una mirada algo divertida, pero la misma era apaciguada por su semblante tranquilo y hasta de cierta forma serio.

–¡Ca- cálmate! –empujó al otro con facilidad y volvió a centrarse en la recién llegada, recuperando al fin los datos que parecían haberse guardado con candado en su memoria, como si nunca hubiera tenido que acordarse de nada, menos de ella–. Es Ney... ¿No te das cuenta?

Cuando la última frase fue dicha el empujón de valio nada, ya que su mente empezó a maquinar a una velocidad que hasta el propio rubio se hubiera sorprendido. ¡Ney! Nunca había sido de su agrado en realidad, a pesar de la "amistad" que compartían y ahora todo tenía sentido, esos días extraños tenían una autora y sin la menor duda se trataba de ella, era la persona más extrañas que conoció en su vida, llegando al nivel de hasta el propio Near o los demás sucesores por encima del mismo.

–¡Entonces fuiste tú!

–Oh, al parecer también ya te diste cuenta... –no era necesario de Mihael dijera alguna palabra al respecto, con su reacción era obvio que ya pensó eso a los pocos instantes de verla–. Fue divertido, ¿no?

Matt juraba que si no fuera una mujer ya la estaría golpeando, ¿divertido? ¡Le había desesperado todo el tiempo! Debió soportar el mal humor de su amigo casi todos los malditos días y ahora le hablaba de diversión. Ahora también lo recordaba, por algo ella era tan amiga de Near, pensaban prácticamente igual... y quizá Mello también se incluía.

–Tsk... no diré nada más, adiós.

–¿Por qué te vas?

–No quiero pensar en todo lo que paso, vete a hacer tus cosas extrañas lejos de mí.

No dio rodeos y se fue, dejando así a los restantes solos, en un ambiente en los que ninguno decía nada, aunque Mello había ganado en ello desde un inicio, ¿por qué tardaba tanto en decirle algo más? ¿Acaso pensaba lo mismo que Matt? Fue "molesta" por decisión propia y no se arrepentía, era esa clase de persona, algo que el menor que estaba allí y el que se fue deberían más que saberlo.

–Pensé que sería sencillo para ustedes, pero al parecer no lo fue. Igual, no los culpo, yo desee que no me recordaran demasiado.

–... No es como si te hubiera olvidado –y eso sonó luego de unos largos segundos, recordando ahora ella lo que dedujo antes, que en realidad no la olvidaron y que solamente toda la situación fue lo suficiente confusa para crear tal resultado–. En realidad, no pensé que volvería a verte –su estado no era algo de lo que la mayor se diera cuenta y era positivo para él, al fin y al cabo estaba nervioso, mezclado todo con ansiedad, enojo y hasta cierta dicha. Era un torbellino de sensaciones como siempre y no deseaba que le viera así, por eso mismo apartaba su mirada cada momento menos obvio–. ¿Por qué te fuiste? ¿Cuál era la necesidad te los malditos juegos?

–Entonces tenía razón –suspiró con desgana, aunque en realidad no era que no le preocupara la situación, sino porque fácilmente esos pensamientos eran algo simple en su cabeza–. Yo tampoco pensé en que volvería... y los motivos son un asunto del que no puedo hablarte. Los juegos fue por mera entretenimiento y para probarlos, creo que hasta ya pensaste en eso, ¿no?

–¿Estás bromeando? –oh, allí estaba la personalidad explosiva, esa que superaba la de cualquier otro–. ¿Cómo que no puedes? ¿Tan sencillo lo ves todo? Y bah, no importan ya los juegos, no importa nada –lo dijo para sonar tajante, hiriente, mas estaba claro que esas cosas no le llegaban a ella y menos si se trataba del otro chico.

–Mello... –susurró a medida que le escuchaba y podía ver en su rostro esa frustración que no hacía más que crecer, algo que no deseaba, menos que si explotaba llamaría demasiado la atención, lo que la llevó a acercarse más de la cuenta. Dio unos cortos y rápidos pasos en la breve distancia que los dividía y sus brazos no tardaron en rodearlo. No dijo nada, no planeaba decir nada en un inicio, simplemente lo abrazó y en realidad siquiera lo pensó o por lo menos no de forma consciente.

"Mierda" fue la clara palabra que se repitió en la cabeza del rubio una y otra vez cuando sintió el abrazo de la mayor, pero no fue exactamente por eso, sino porque una vez más su interior empezaba a sobresaltarse y a confundirlo una vez más. ¿Por qué siempre hacía algo que superaba todo? ¿Nunca se detendría Ney?

–No sé si eres demasiado inteligente o sigues jugando... –dijo a lo bajo, cuando por fin consiguió calmarse un poco y se dejó sedar por la situación, la otra desprendía un calor que pocas veces se daba la oportunidad de sentir, como si en verdad fuera una muestra de afecto–. ¿Tan loca estás para cambiarte el cabello? Y no creas que por no decir nada te perdone y menos "así" –se miró a él y luego a la chica, la cual extrañamente lo observaba ya hace unos segundos con una sonrisa, ¿pero qué rayos le ocurría y por qué lo miraba así?

–A pesar de todos sigues siendo alguien sensible –podía obtener otra mala contestación, sin embargo no se guardaría su parte directa, nunca–. Me agrada así, el cabello negro es aburrido –alzó ambos hombros a la par en que volvía a separase, el adverso ya parecía calmado y era suficiente ya–. Ve a buscar a Matt, ¿sí? Yo me iré. cuídate –lo le iba a dar oportunidad a que dijera algo más, simplemente se iría corriendo por el pasillo, lejos de aquel muchacho, ese que había recibido el primer abrazo de su persona luego de 3 años y siendo también uno de los pocos que dio en su vida.











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