De nuevo esta mañana me levante pensando en lo que hacia siempre, aunque algunos lo considerarían ridículo…Simplemente hacerlo me llena de una dicha que no podría describir en palabras.
Me quede totalmente shockeado en ese momento ¡Quiero que la tierra me trague! ¡No puede estar pasando esto! Pero tampoco debo perder tanto la cabeza…Finalcabo no es como si me le hubiese confesado, solo se dio cuenta en que hubo un momento en el cual me gusto Nick.
No puedo evitar sentirme un poco triste y preocupado…Hace una semana que no hablo más de dos palabras con Sebastian por día.
A simple vista nadie podía notarlo…Se veía como un chico popular, gruñón y egocéntrico, como lo había sido siempre. Pero yo sentía que no era lo mismo…Algo me lo decia, estaba muy raro.
Luego de salir de la casa de mi amigo no dejaba de pensar en lo que había visto…Aquellas conversaciones que tenia con aquel muchacho. Intentaba comprender lo que me ocurría en ese momento. Debe ser por que yo…Conozco de que persona se trata, se quien BlackStar.
Al despertar a la mañana siguiente me sentía mejor…Demasiado rápido, tal vez el hecho de dormir quince horas seguidas me hizo bien. Pero ya era medio día, por lo cual no podre ir al instituto, tendré que quedarme en casa de nuevo. Además de que el día siguiente ya va a ser fin de semana, por lo cual hasta el lunes no volvería a clases.
Mis días de pocas horas de sueño, en las que me quedaba despierto hasta que veía el primer rayo de luz desde la ventana indicándome que tan solo podría dormir menos de media hora, continuaban, Pero no me importaba, estaba más concentrado en otras cosas.
-¡Hoy es un gran día soleado! ¡El sol brilla con locura! ¡Nada mejor que salir de paseo!...-
Lo que siempre suena por las mañanas, mi “querido” despertador, la voz molesta de aquel conductor de radio, que no hace más que gritar…y seguir gritando.
El cielo ya estaba tomando un color grisáceo. Las nubes ya mostraban lo que se venia y lo que ocurriría.
En aquella mansión, en el interior del amplio bosque Violett, nadie se detenía por ningún momento. Las mucamas iban y venían cumpliendo las tareas que le encomendaban, el cocinero se encargaba de preparar todos los platos de la cena de esa noche, el jardinero se encargaba de las diferentes flores del gran y colorido jardín…Todos estaban muy ocupados, como siempre.
Por fin había acabado el día de clases, pero para mi había durado como años, siquiera mi prima me habían hecho reír. Era mi día más deprimente, había tropezado y la gran piedra que llevaba enzima, ahora me aplastaba completamente.